Este año a pesar de las complicaciones se pudo organizar dos misiones para universitarios de la localidad de Pilar, una fue el fin de semana y otra fue durante la semana. Las dos en el mismo barrio, en Raffo y también en San Carlos . A cada misión asistieron entre 30 y 40 chicos, que tenían desde 18 hasta 25 años. Esta misión fue especial, con muchos sentimientos encontrados ya que fue la primera vez que Juventud Misionera organiza una misión en vacaciones de invierno. Para muchos de los chicos esta misión, que duraba 5 días, eran todos los días que tenían de vacaciones.
Después de la misión recibimos varios testimonios de chicos que asistieron y sintieron que esta misión tuvo un gran impacto en su vida. Hubo muchas personas que mandaron su experiencia pero luego de leerlos a todos, nos llamó mucho la atención la de Octavio Bunge, un chico de 25 años que es ex alumno del Oakhill y que hace mucho tiempo había dejado de participar de estas actividades y había ido a otros movimientos, pero algo lo llamó a volver y querer apostar de nuevo.
La vuelta a la vida
Y… Un día había que volver, ¿no? Qué loco es todo. Ayer probablemente volviste, radiante, cantando, lleno de Dios, volando de alegría… Feliz. Volviste a la vida. Mejor dicho, a la Vida.
A veces me encanta mirar mi vida en tercera persona. Salirme de mí y mirarme. A veces sirve para asimilar la realidad. Y bueno, ayer fue un día de esos. Volví de la misión, lleno de un fuego que me consumía el corazón. Con ganas de comerme el mundo. Pero es verdad, también volví cansado. Llegué a casa y al entrar, me saqué la campera, y los buzos hasta quedarme en remera. Remarco esto porque, me miré desde afuera y pensé: «toda la gente a la que visitamos, se abriga cuando entra a su casa; yo me desabrigo». Después, disfruté como todos seguro, ese baño con agua caliente. Una ducha de unos largos minutos. Puedo asegurar que por un momento cerré los ojos y me vi: el calor que sentía mi piel era nada comparado con el calor del corazón de las personas que visité esta semana. Personas que muy probablemente hace tiempo no disfrutan de una ducha como esa. Pero ahí estaba, disfrutándola yo. «¿Quién soy yo?» Me preguntaba constantemente. Salí de la ducha y me vestí con ropa que no había llevado a la misión, y pensé: «llevé un bolso lleno de ropa, volví, y aún hay más. José, por ejemplo, tenía solo dos pantalones y un buzo». Frené. Cerré los ojos; «gracias por todo esto Señor». Más tarde, llegó la hora del sueño. Después de 5 noches, me tocaba dormir en mi cama, en mi cuarto. Me acosté, apagué la mirada y mi cabeza decía: «¿Es que alguna vez esta gente experimentará algo similar?» Y temblaba. Cubierto de mantas, un frío pasó por mi cuerpo… El calor salía de otro lado…
Fue en ese momento donde me di cuenta: mi corazón ardía. Repasaba sentidamente todos los momentos de la misión y no podía encontrar uno donde no estuviera sonriendo. En las casas, en el cuarto (si así puedo llamarle a la clase donde dormíamos) y en todo momento más. Cada mensaje, cada palabra, cada gesto. Irradiaba fuego. Fuego de amor. Me quemaba, y lo sentía. El calor era interno, porque Dios está en mi. En mí y en todos…
Sonreí. Abrí los ojos y vi la realidad. Había vuelto a la vida. Pero como dije antes, en realidad, volví a la Vida. Y es por eso que mi corazón arde porque ese fuego perdido se volvió a encender.
Hoy me desperté, luego de dormir unas 10 horas de corrido. Laudes mediante fui a misa con mi familia. No puedo dejar de agradecer de haber conocido a tanta gente tan linda. Mabel, José, César, Antonella, Génesis, Uchi, Nahuel, Arian… Son algunos de los nombres que se me vienen a la cabeza en este momento. Pero solo algunos, porque hay otros 36 locos que compartieron conmigo esta semana y que también me volaron la cabeza. Qué lindo fue haber vuelto. Qué lindo haber encontrado eso. Qué lindo saber que todo es posible para nosotros.
«Yo hago nuevas todas las cosas». Siempre siento fuerte esta frase cuando vuelvo de una misión. Cada vuelta de misión pienso: «nunca estuve tan lleno de Dios como ahora». Y si, es verdad todas y cada una de las veces. Porque así es Él. Hace nuevo todo. Te desestructura, te cambia los esquemas, y te revuelve todo. Y lo pienso tranquilo, pues «sólo Dios basta». Y lo pienso tranquilo, pues «¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿Tribulación, angustia, persecución, hambre, desnudez, peligro, espada? (…) En todas esas circunstancias salimos más que vencedores gracias al que nos amó». Y es así… Nada ni nadie podrá separarnos jamás.
Hoy quiero irradiar el mundo. Que no quede en esos 5 días en Raffo y San Carlos. Que no dependamos de estar rodeados de un ambiente que ayude. Que no sintamos que solos no podemos. Porque todo lo podemos, en Cristo nuestro Rey.
Que el mundo hoy crea que somos unos locos, que andamos por el mundo diciendo: «Hoy volví a la vida»… Pero que nuestra vida, sea verdadero reflejo de que en verdad, hemos vuelto a La Vida.
Cristo Rey nuestro, VENGA TU REINO