11 familias salieron al encuentro de los vecinos de la localidad de Huaico a quienes visitaron el Viernes y Sábado Santo. “Para nosotros, como padres, fue reconfortante sentir el amor de Dios en el corazón de nuestros hijos”, reflexiona Taty Murga.
La misión familiar fue una experiencia extraordinaria, que nos dejó el amor de Jesucristo reflejado en cada una de las familias que visitamos y nos hizo vivir una Semana Santa distinta, llena de momentos lindísimos que perdurarán para siempre. Para nosotros, como padres, fue reconfortante sentir el amor de Dios en el corazón de nuestros hijos, a quienes vimos a su corta edad, entusiasmados e involucrados en transmitirlo a su modo a tantas familias que nos abrieron sus puertas.
La misión nos enseñó un poquito más a ponernos en el lugar del otro, a escucharlos. Vimos a nuestros hijos preocupados por cada historia y familia, lo que se tradujo en las ganas de rezar con ellos y por ellos. Además, fue una manera de educarlos y transmitirles con el ejemplo, sin decirlo, que mamá y papá siempre van a estar atentos al otro y que como familia unidos también debemos hacerlo, debemos vivir una vida al servicio, una vida con amor hacia los demás.
Elegimos este año, con gran acierto, vivir nuestra Semana Santa distinta, entregando a los demás un poquito de todo lo recibido, caminando con Jesús e invitando a otros a unirse en el camino. Fue regalar, pero, sobre todo, fue recibir un amor enorme porque sin dudas, nos dejaron mucho más de lo que llevamos. Nos reconfirmaron que Dios está con nosotros.
*Testimonio de Taty Murga