Este lunes 27, en la capilla Santa Teresita, de Pilar, Buenos Aires, realizó la emisión de los votos definitivos «Mari», luego de un largo camino de discernimiento que incluyó estudios de teología y una práctica apostólica, que en su caso hizo en Argentina. “Hay algo particular que me ocurrió ese día, y es el decirme a mí misma y a Dios: en las buenas y en las malas, opté por Ti, lo prometí, y voy con todo si Tú me sostienes», reflexiona al día siguiente.
María Isabel, venezolana, conoció a las consagradas del Regnum Christi al participar en las misiones de Juventud Misionera. “Me parecieron mujeres entregadas y enamoradas de Dios, profundamente humildes, discretas y alegres. Me llamó la atención su forma de estar en la vida”, comenta. Al conocer el RC tuvo la inquietud de ser colaboradora, pero prefirió terminar su carrera de ingeniería. Una vez que finalizó sus estudios retomó su intención y se fue dos años de colaboradora y finalmente decidió irse al candidatado. “El mejor resumen de mi recorrido es: la infinita misericordia de Dios.
¿Cómo te ha acompañado tu familia en este proceso?
Incondicionalidad sería la palabra, siempre ahí presentes. Han sido el mayor testimonio del amor de Dios en mi vida.
¿Qué significa para ti poder hacer tus votos definitivos en Argentina, después de haber trabajo allí en estos últimos años?
Un regalo enorme, es el lugar donde Dios ha querido enviarme a vivir mis primeros años de vida apostólica. Providencia pura, la cultura, las personas, los vínculos. Todo me habla de Dios.
¿En qué cambia tu vida después de los votos definitivos, hay un antes y un después de algún modo?
El llegar a los votos definitivos es parte de un proceso, no es algo que ocurre de un día para otro, pero, aun así, si hay algo particular que me ocurrió ese día, y es el decirme a mí misma y a Dios: «en las buenas y en las malas, opté por Ti, lo prometí, y voy con todo si Tú me sostienes».
¿Qué sigue después de esto en tu proceso formativo y vocacional? ¿Sigues en el mismo lugar, sigues estudiando?
Tengo la dicha de seguir en el mismo lugar dos años más, sirviendo a Dios a los demás a través de la pastoral juvenil. En dos años regreso a Madrid a terminar los estudios de teología.
¿Estar en un apostolado antes de hacer tus votos te ayudó para madurar tu vocación?
Totalmente. La vocación se concreta en la misión, la misión es el ser en acción y en ese sentido, al ver los frutos espirituales que surgían en mí, al entregarme en la misión, se fue consolidando mi sentido de consagración. Soy de Dios y desde Dios para todos los demás. Mi corazón le pertenece a Dios y a todo aquel a quien Dios me ponga en el camino.
¿Qué le dirías a una chica que quiere discernir su vocación a la vida consagrada?
Que se anime a dejarse enamorar por Dios, que confíe plenamente que Dios es bueno y solo quiere lo mejor para ella.
¿Qué es lo que más te mueve de tu misión y de esta nueva etapa que inicias?
Dejarme amar y amar. Hacer que los demás conozcan a Dios, experimenten su amor, le amen y salgan a anunciar su amor al mundo porque la vida con Cristo es radicalmente distinta que la vida sin Él. El cielo comienza aquí.